
La crisis ha traído consigo unos valores incluso peores que los anteriores, que se resumen en un mirar para otro lado mientras el mundo se deshace muy cerca. Han tenido que surgir voces como la del papa Francisco para que muchos caigan en la cuenta del surgimiento de esa sociedad de la exclusión a la que se sigue ignorando culpablemente, como si el apoltronamiento anestesiara los pocos sentidos que nos quedan. Una luz sobre esa parte del mundo de la que apenas se habla, con el íntimo y pobre consuelo de haber pasado de refilón por una crisis que va dejando numerosas víctimas por el camino. Seguir leyendo en Nuestro Tiempo…
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