
Hay una roca en Cornualles que los lugareños llaman “El salto de Tristán”. La leyenda cuenta que hasta allí fue conducido el caballero medieval en su camino a la hoguera y que sus captores le permitieron una última merced: visitar una capilla en ese recodo del camino antes de vérselas con la justicia del rey Marcos. Así es como Tristán pudo cruzar la nave, rodear el coro y subirse a uno de los ventanales. Abrió con cuidado la vidriera y se arrojó al vacío. Pero como todo el mundo sabe, la vida de Tristán no terminó ahí. Los trovadores mencionan la intervención divina para explicar cómo aquel salto se convirtió en un vuelo gracias al viento que hinchó sus ropas y lo terminó depositando al pie de un acantilado.
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Un comentario en “El salto de Tristán”