
Nadie entendió muy bien al barón de Coubertin cuando dijo aquello de que «lo importante en la vida no está en triunfar, sino en luchar» y que «lo esencial no es haber vencido sino haber combatido bien». El olimpismo moderno nació con la sospecha que despiertan siempre los ideales. A Joao Havelange, sin embargo, se le entendió a la primera cuando accedió a la presidencia de la FIFA, la máxima autoridad futbolística mundial: «Soy un vendedor de un producto llamado fútbol». Por fin alguien hablaba claro. Sigue leyendo en El Subjetivo…
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