“Albania tiene una rima difícil”. El compositor contratado para la ocasión corta en seco la discusión entre un veterano spin doctor de Washington y un director de cine de Hollywood. Llevan tiempo dándole vueltas a un señuelo que desvíe la atención de un presidente acusado de mantener relaciones con una menor a once días de las elecciones. Bombardear un país que el americano medio tenga dificultades de situar en el mapa es el plan. Una situación límite que fuerce la confianza en el líder. Lo tienen todo: imágenes, declaraciones, historias de soldados… pero les falta una canción.
Desde que escribió, junto a Hilary Henkin, el frenético y ácido guión de la película La cortina de humo (Barry Levinson, 1997), el reconocido dramaturgo David Mamet no había vuelto a situar en el centro de sus obras los avatares que rodean a la máxima instancia de poder en los Estados Unidos: la Presidencia. La trató colateralmente en Spartan (2004) y en la serie de televisión The Unit (2006), pero ha sido en Noviembre donde volvemos a visitar el Despacho Oval de la Casa Blanca de la mano de este sugerente guionista.
Decir hoy David Mamet es mencionar a un escritor de culto, por cuyas manos han pasado guiones como El cartero siempre llama dos veces (Bob Rafelson, 1981) o Los intocables de Eliot Ness (Brian De Palma, 1987), y obras de teatro como Speed-the-plow (1988) o Glengarry Glen Ross, con la que ganaría el premio Pulitzer y que más tarde reescribiría para el cine (James Foley, 1992). Sus personajes revelan un mundo interior profundo, rico en matices, siempre enfrentados a dilemas difíciles de resolver. Mamet es un artista en diseccionar las motivaciones humanas ante decisiones que siempre comportan un precio moral: la traición y la lealtad, el enriquecimiento personal y el beneficio de la comunidad, la conservación de vida propia a costa de la ajena.
Con el estreno de Noviembre en Broadway, hace prácticamente un año, Mamet volvía a adentrarse en los entresijos de un presidente americano en horas bajas, que ve cómo la posibilidad de la reelección se le va de las manos. Apenas le quedan recursos ni tiempo. Tiene que actuar rápido. Unos pavos ante la proximidad del día de Acción de Gracias, un conflicto étnico y la posibilidad de un discurso salvador envuelven esta comedia en un ritmo enloquecido de principio a fin.
“Como un chico de los sesenta, acepté como dogma de fe que el gobierno es corrupto, que la empresa es explotadora, y que la gente en general es buena de corazón”, escribió David Mamet, cuando Noviembre todavía se representaba en el Ethel Barrymore Theater de Nueva York. A medida que ha ido cumpliendo años, confiesa que esa idea se ha resentido por completo. “Empecé por preguntarme qué me ha hecho pensar y descubrir que no creo que la gente sea básicamente buena de corazón; precisamente, esa visión de la naturaleza humana que ha presidido mis obras durante los últimos 40 años. Creo que las personas, en situaciones de estrés, pueden comportarse como unos cerdos, y que eso, de hecho, no es sólo un buen tema, sino que es el gran tema de la dramaturgia”. Desde luego, algo parecido pensaba Shakesperare. René Girard decía que el teatro del genio inglés se basaba en un pecado capital: la envidia. Y que ese pecado llevaba al hombre a las más horrendas encrucijadas.
De todo esto trata Noviembre, aunque hay que admitir que sin la profundidad satírica y sarcástica a la que nos tenía acostumbrados David Mamet en sus obras anteriores. En su versión española, Santiago Ramos es un excelente actor que encarna a un presidente deshilachado, aún con los arrestos necesarios para seguir siendo un granuja. Cipriano Lodosa no tiene suerte con el todopoderoso asesor del presidente. Habría hecho bien en visionar algún capítulo de El Ala Oeste de la Casa Blanca para saber cómo se mueve uno por el Despacho Oval, sin esas brusquedades y estridencias. El resto del reparto cumple con su papel, donde sobresale Rodrigo Poisón en su breve intervención al final de la obra. José Pascual pone en escena un montaje muy divertido, pero quizá queda al descubierto demasiado pronto que todo es una fantástica farsa, una hilarante hipérbole de risa fácil que cabalga sobre unos personajes desiguales.
Noviembre, de David Mamet. Versión y dirección de José Pascual. Int.: Santiago Ramos, Ana Labordeta, Cipriano Lodosa, Jesús Alcalde y Rodrigo Poisón. Teatro Bellas Artes, Madrid, hasta el 22 de marzo.
Artículo publicado en Actualidad Económica, 13.2.09