Tartufo en el Canal

Cuando se traspasa la puerta de los Teatros del Canal, uno no puede quitarse de encima la sensación de estreno, el olor a nuevo que desprende el edificio, hasta que sale de allí y se da de bruces con el sempiterno tráfico que siempre atraviesa la calle Cea Bermúdez en dirección a José Abascal. Y es que el diseño arquitectónico de Navarro Baldeweg hace olvidar al visitante que ha entrado en el típico edifico que hace esquina, lo conduce por recovecos luminosos hasta que lo sumerge en las salas donde se obra el milagro de la escena.

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En esa caverna, remedo de la platónica, se han proyectado las sombras de la sátira maestra de Els Joglars, compañía catalana de teatro que mantiene un idilio con el público de Madrid. No es para menos. Las obras que comanda Albert Boadella y ponen en escena este grupo de actores talentosos hacen las delicias entre el público, que casi siempre acude al teatro con ánimo de reírse y pasarlo bien.

Las chanzas dan de lleno esta vez en las modernas imposturas, en la línea de flotación de lo políticamente correcto. Cuando la Expo de Zaragoza decidió encargar a la compañía una obra de teatro para ser representada en aquel acontecimiento, Boadella, ni corto ni perezoso, ideó una nueva sátira que pone en solfa los melindres del nuevo pensamiento medioambiental y el sacrosanto cambio climático. Un planteamiento corrosivo que supone una bocanada de aire fresco en medio de tanta grandilocuencia y declaración pseudosolemne. “Vivimos en la época de máximo esplendor del Tartufo”, dice el director en las breves notas al programa. Con La cena, Els Joglars reivindica la actualidad del personaje de Molière, aquel impostor incansable que escondía sus ambiciones tras una desmesurada devoción, como si temiera que una menor intensidad de su fervor terminara por descubrirle.

Como es habitual en esta compañía, la sencillez preside el escenario. Tan solo un mapamundi renacentista sirve de telón de fondo a una obra construida sobre un podio, una mesa y el movimiento coreográfico de los actores. Esta es, sin duda, una de sus señas de identidad. En el teatro de Els Joglars, la escenografía son sus actores, sus movimientos en grupo, alternándose y cruzándose con el ritmo que marca la narración. Interrumpida por intermezzi de Las cuatro estaciones de Vivaldi —y alguna incursión por Wagner—, la historia nos cuenta las tribulaciones que rodean la organización de una cena de clausura de una importante cumbre medioambiental que se ha celebrado en nuestro país. La ministra de Medio Ambiente decide encargar el menú a un cocinero climático, “respetuoso con el entorno”, que diría la propaganda oficial. Lo que viene después es la hilarante historia de la preparación de esa cena, que acaba terminando ante el juez.

El cocinero medioambiental está interpretado por Ramón Fontserè, ese gigante de la escena, camaleónico y singular, que siempre deja su sello en todo lo que toca. Sin embargo, el exceso en la hipérbole con el que está tratado este personaje hace que las escenas de la cocina acaben adoleciendo de cierta falta de frescura. Quizá por las mismas razones que Tartufo decide mantener su farsa. Cuando se vuelve jorobado y caricaturesco, la sátira acaba por perder el halo reconocible de verdad que planea siempre sobre esta forma de expresión.

Las escenas que rodean a la ministra de Medio Ambiente, la cohorte de directores generales y la directora general de Paradores son sublimes en la genialidad de sus diálogos, de sus movimientos. Aquí —como en la desternillante escena de las estatuas humanas— Pilar Sáenz y Dolors Tuneu despliegan un enorme talento teatral, ante el que apenas puede aguantarse la carcajada. Todas esas frases, esas palabras dichas así, de esa forma, son enormemente familiares.

Aunque lejos de la brillantez de las obras de la trilogía —Ubú president (1995), La increíble historia del Dr. Floit & Mr. Pla (1997) y Daaalí (1999)—, La cena permite ejercer la sana costumbre de ventilar nuestras neuronas de tanto eslogan político prefabricado y tanto pensamiento acrítico. Un género teatral que esta compañía lleva poniendo en escena con éxito desde 1962. Y algo que nunca podremos pedir en pideseloaalgore.org.

La cena, de Els Joglars. Dirección, dramaturgia y escenografía de Albert Boadella. Int.: Jesús Agelet, Xavier Boada, Jordi Costa, Ramón Fontserè, Minnie Marx, Lluís Olivé, Pilar Sáenz, Xavi Sais, Dolors Tuneu. Teatros del Canal, Madrid, hasta el 12 de abril.

Foto: David Ruano

Artículo publicado en Actualidad Económica, 6.3.09

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